viernes, 22 de mayo de 2009

y un poco mas de poesía combativa


Oíd el ruido de las sucias cadenas...
Julio Mirkin

Quisieron torturarte
y te torturaron
quisieron desangrarte
y te desangraron
quisieron quemarte el cuerpo
y te quemaron
en invierno sin frazadas
sin medicinas necesarias
sin estampillas para cartas
quisieron golpearte
y te golpearon
tres minutos
para ir al baño
parado, temblando
con metrallas
vigilado
quisieron asesinarte
y te asesinaron
quisieron quemarte el cuerpo
y te quemaron
quisieron arrancarte de la lucha
y eso, no pudieron.
¡De la lucha
no te arrancaron!

Segundo Poema Civil
Ariel Canzani D.

En qué guerra sangrienta ganaron su medallas?
Qué campo de batalla les dio su petulancia?
Contra quién, con cuáles argumentos se batieron?
Quién les votó los increíbles privilegios que poseen?
La guerra fue contra simples civiles temerosos,
contra moscas, fantasmas y unicornios?
En qué Instituto socrático adquirieron
sus rostros de sabios y probos profesores
de todo un pueblo enfermo y tolerante?
Qué secreto poder les dio los títulos?
En qué fuentes divinas han bebido
su ecléctica cultura y poderío
que nos transforma de calmos ciudadanos
en seres vomitantes por tantas ignominias?
En qué guerra sangrienta ganaron esta patria?
y si así fuera (que todo lo han ganado
en una cruel y larga guerra honesta),
por qué roban así, hunden así mi tierra
que pese a todo, es también nuestra,
de todos los civiles que no teniendo armas
seguimos soñándola sin cascos que la hieran.

IX
Glauce Baldovin

El silencio es la violencia.
Pero más violencia es mezclar las palabras
confundirlas
trastocarlas
para que el silencio se vuelva error
y creamos que la paloma se transformará en dragón
y que aquel que se alimentó con nuestra sangre es el cordero.

XXVII
Alberto Vanasco

Durante treinta años
trabajó quince horas
por día
sin odiar a nadie.
Este perdió a su mujer
y a sus hijos,
uno tras otro,
sin pensar en matar.
Aquél padeció cárceles,
torturas, vejaciones,
sin llegar a vengarse.
Este otro vivió en la miseria,
en la humedad y el frío
toda su vida,
sin quejarse nunca.
El de allá hizo colas,
sufrió esperas y postergaciones
desde la cuna,
sin comprarse un revolver.
El que sigue vivió siempre
en pensiones oscuras,
en vagones de trenes,
en casillas precarias,
sin cometer un robo.
Y aquél pasó hambre,
privaciones
de todo tipo, carencias, apuros,
sin acusar a otros.
Los demás se arrastraron
por hospitales,
asilos
y comisarías,
sin rebelarse nunca.
Y yo pregunto:
¿Quiénes son, entonces,
los que sostienen el mundo?

XXVIII
Alberto Vanasco

El joven poeta imberbe vietnamita
que cayó en su casamata
sin terminar su poema.
El músico de veinte años
que murió en Irlanda
sin formar su conjunto
sin componer su canción.
El estudiante fuerte y alegre
como mi hijo
que cayó en cualquier calle
de cualquier facultad
sin obtener su diploma.
El adolescente pintor
que sucumbió en Buenos Aires
con todos sus cuadros bosquejados
en su cabeza.
El hijo del minero
que cayó en Bolivia
sin ver la revolución.
El muchacho de cualquier parte,
muerto en cualquier sitio,
cuando empezaba a vivir.
El joven masacrado exterminado
por los lobos de siempre
en cualquier lugar de la tierra.
Todos ellos aguardan todavía
en la pupila y en el pulso
de los que siguen en la lucha,
esperan que entre todos
escribamos sus poemas,
hagamos sus canciones,
y terminemos sus cuadros
y la revolución.

Paz en las cabañas,
guerra a los palacios
Luis Luchi

Vivo en una choza
guerra a los palacios
quedo sin trabajo
paz en las cabañas.
Paz en mi cabaña
los brazos desarmados,
guerra a los palacios
fusil en bandolera.
Pan en mi cabaña
tinta.
Saqueo por bodegas de palacios.
Sal en las cabañas
caliente mi sopa rústica
alegría con fiestas en las cabañas
ollas humeantes
cantos
puntos de vista, puntería
en las cabañas
puntería sobre los palacios
jardines de infantes en los palacios
vida en la herrumbre de los palacios
rondas en el desierto de los palacios.
Vivo en la cabaña,
guerra a las cabañas.

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